Confines del estrato

 


Confines del estrato

©Por Abdel Hernandez San Juan

This paper theorizes the phenomenological concept of stratus from an hermeneutical perspective. Placing out stratus as a phenomenological concept defined in between presence and substrats, the paper discuss how writing bring the stratus to the presence of the surface of writing as a progressive arrival from the moment hermeneutically something without a previous language start to become to have  a language, relating the hermeneutical process of reading with reading jeroglifis and petroglyphs in archaeology when the meaning of an image in presence is unknown yet,  the proposes and theorize an hermeneutical analysis of the Derridean concept of the stratus defined as a texere in between experience and language, the non-discursive and the discursive, to discuss the phenomenology of stratus in the critique of languages as a form of an anthropological and ethnographical philosophizing   


Keywords:  Jacques Derrida, critique of language, phenomenology and hermeneutic of the stratuss, anthropological and ethnographic philosophizing


   El Entrelazamiento del lenguaje, de lo que en el lenguaje es puramente lenguaje, y de los otros hilos de la experiencia, constituye un tejido. La palabra Verwebung conduce a esta zona metafórica: los estratos están tejidos, su imbricación es tal que no se puede discernir la trama de la urdimbre. Si el estrato del logos estuviera simplemente echado encima podría levantarse y dejar aparecer bajo el estrato subyacente de los actos y de los contenidos no expresivos. Pero puesto que esta superestructura actúa, en cambio, de manera esencial y decisiva, sobre la unterchichts, estamos obligados, desde la entrada de la descripción, a asociar a la metáfora geológica una metáfora propiamente textual, pues tejido quiero decir texto, Verweben aquí quiere decir texere. Lo discursivo se relaciona con lo no discursivo, el estrato lingüístico se entremezcla con el estrato pre lingüístico según el sistema regulado de una especie de texto


Jacques Derrida

Form and Wishes to Say, Notes on the Phenomenology of Language


   El presente ensayo será aquel en cuyo cuerpo escritural y en sus despejes desenvuelva, a la vez como su propio horizonte, su tema, y como modo de referencia, las forma en que en ambos sentidos—hermenéuticamente despejados—científico y estético-literario, —esos horizontes los he desenvuelto y han trabajado, esto que en el concepto mismo que defino como confines del estrato, supone aquello que va presentándose no de una sola vez y en una sola forma a la presencia, a la superficie, sino gradualmente y según una relación de correspondencia entre despejes, conceptos, términos, creaciones que a lo largo de su escritura, la escritura que en este libro ha sido para mi una fascinante a la vez composición y creación, el lector podrá disfrutar a su propio modo. Se también, que la comunicación de esta originalidad e innovaciones, conforma una certitud dentro de lo que llamamos la alta teoría dura en la actualidad, mis coetáneos, Derrida, Habermas, James Faubiam, Stephen A Tyler. En nuestro campo, para el bien de nuestro amor al conocimiento, las obras científicas que conforman despejes imprescindibles las reconocemos con sencillez sin los egoísmos propios al arte. El estrato –despejado como la forma de esta gradualidad hermenéutica-, será así la figura científica a cuyos confines dejaré abierta esta certitud. 

   Si hubiere uno o unos confines para el estrato este breve ensayo –en sí mismo y en lo que le relaciona a este librito,     

     El Presentacional Lingüístico--, en lo que él mismo sugiere respecto al movimiento que los restantes ensayos ofrecen desde sí mismos a este librito en su totalidad--, estaría consagrado a escribir esos confines, a definir el lenguaje donde en los estertores de esos confines el estrato se dejare no ya sólo escribir—si acaso el estrato mismo como figura fuere algo escribible—acaso antes bien estimaría más preciso no ya la idea de una escritura sobre y del estrato en sus confines sino antes bien la posibilidad misma de dar lenguaje respecto a eso que podemos entender como estrato. Más allá de la ilusión estratigráfica según la cual las imágenes del estrato se presentan como espacios de profundidad, entenderemos el estrato como lo que en sí mismo no se presenta de una vez y en una sola forma a la superficie, sino que se encuentra, por decirlo en algún modo, estratificado, es decir, que supone una serie de sentidos los cuales se irán presentando, llegando a la presencia, y al lenguaje, estratificadamente, es decir por niveles de explicitación sucesivos, capaz que se moverán desde unos planos de explicitación los cuales se encontrarían en la superficie, hacia otros menos explícitos, y los cuales se irían correspondiendo a la presencia, fenoménicamente, en forma gradual.

  Esta gradualidad del estrato, de lo que está estratificado, y de lo que por lo mismo se iría presentado según el lenguaje progresivamente, no sería, sin embargo, la de un movimiento el cual según alguna inmanencia que le fuera ella misma consustancial al estrato en sí mismo, iría ella misma apareciendo, sino que se trata más bien de un proceso de puesta en forma y lenguaje el cual por si mismo—relacionado al ensayo y la escritura, al trabajo mismo de merodeo y vaivén de la exegesis—iría, si se quiere, dando con distintos momentos, aspectos, niveles, diríamos por último, distintas capaz de esa presencia estratificada, de esa latencia, si pudiéramos decirle así, que se dejaría escribir y la cual estaría en cierto modo expresada en esos diferentes planos, pero que el lenguaje irá presentando sólo poco a poco. 

    El ensayo sería así el mismo aquel en cuya escritura respecto a la totalidad de este libro como obra, tendrían lugar ambas cosas, de un lado, la puesta en el lenguaje de esa imagen del estrato respecto al cual versará como ensayo, su tema, su horizonte, teorizar el estrato, mientras se ofrecería también a sí mismo, en su propia conceptualidad experimental, como la demostración, a la vez filosófica y formal, escritural y fenoménica, de ese modo de desenvolverse el estrato que hermenéuticamente explicitan las formas de desenvolverse el espesor y la riqueza, tanto en su caudal conceptual y filosófico como literario, escritural y estilístico, esa gradualidad que he definido como lo que no se presenta de una sola vez y en una sola forma, sino en modos disímiles, versátiles.

    Ocurriría así que mientras escribiría sobre el estrato muy a pesar suyo ocurrían en el cuerpo del ensayo dos cosas, de un lado, escribiría el estrato, le volvería escritura, aunque esta escritura no fuera ella misma más que una sobre la evenencialidad de esa forma suigeneris de lo que se presenta no en una forma o de una vez, sino estratificado, mientras por otro lado, ocurriría que en el filosofar mismo sobre aquel, la filosofía de esa ontología, esa ontología filosófica del estrato debería ella misma estratificarse llegándole así el estrato a la filosofía, presentándosele a esta en su propio lenguaje, teniendo lugar a través suyo, es decir, presentándosele al ensayo, a este ensayo, en su desarrollo conceptual tanto como en su retórica. 

   Cuando decimos que algo no tiene lenguaje, de hecho, que no le hemos dado lenguaje, que hacemos sino omitir la realidad de que no ha existido nunca alguna forma que no haya tenido o a la que no le hayamos dado algún lenguaje?. Y este será el asunto decisivo que defino para una filosofía y una crítica que respecto a los sentidos y significados contemple la comprensión del estrato, de su carácter estratificado y su conciencia crítica; una filosofía que deberá ser ella misma antropológica y etnográfica en este sentido que he definido como filosofía y crítica de lenguaje. Por el efecto de una omisión que hacemos sino definir para la escritura, para ese dar lenguaje en la escritura, esas áreas si se quiere turbias, que en cierto modo podríamos precisar como difusas, opaces, en las que sabemos ha existido algún lenguaje, cierta gramática, alguna taxonomía, cierta rugosidad, cierto ordenamiento, pero que sabemos resultan en si mismas inagotables?.  

    Y ciertamente, bien sea que hablemos de un fenómeno estético, literario, artístico, de la cultura material y simbólica, sea que hablemos de relaciones intersubjetivas, cuando hablamos a una persona sobre sus procesos bien sean estos creativos o intelectuales, una amistad o la pareja con que buscamos compenetración sobre temas que pueden respectar a la vida interior o íntima de esa persona, o a la relación, estas requieren lenguaje?. Por eso cuando uno desarrolla una hermeneusis, una crítica de lenguaje, si esta es como mi propia critica no sólo filosófica sino también de lenguaje y sobre el lenguaje como performance, esta puede poner en el lenguaje, dar lenguaje, traer al lenguaje suscitando asentimiento en esos lectores, así mismo es, así lo siento, corrobora mi acertijo. No se trata pues tanto de un lenguaje el cual fue luego borrado donde lo que se borra viene a participar también como otra forma de la escritura. 

    Como en los jeroglifos, donde ha sido el tiempo físico de siglos y milenios el que ha sustraído presencia a esa imagen y escritura que vemos, se trata de algo a que no podemos llegarle sino desempolvando, averiguando como habría sido, inferimos de los fragmentos que vemos el cómo habría sido de esa forma insinuada sin poder reconstruirla en sus modos originarios. Sabemos que nunca damos con lo que fue, acaso siempre toda forma de escritura en este dar lenguaje –como en la lectura del jeroglifo--no fue acaso sino toda vez otro modo de inferir el cómo se habría dado de unos determinados fragmentos?, por el efecto utópico de una siempre hipótesis inducida en lo hallado?. Y es así que podemos escribir según el habría sido, el cómo habría sido donde no damos nunca sino con el principio mismo de la invención y la producción del sujeto y de las culturas, de las civilizaciones incluso, de los lenguajes. 

    De modo que decimos que algo no tiene lenguaje como un modo de referir el hecho de que no lo haya tenido, sino para decir simplemente que a su respecto la crítica puede ser abundante e incluso inagotable, que puede requerir siempre más lenguaje, uno que nunca le agote ni clausure. 

  Traer al lenguaje en la escritura es así no una actividad fluctuante como pueden serlo el excedente o la plusvalía en la economía, no tanto una actividad expuesta a cierta homeóstasis pero variable, como puede serlo el mercado de valores cuya fluctuación está provista de cierta azarocidad como en la termodinámica, calculable según probabilidades, no se corresponde con los principios del juego y la apuesta en cuyos viajes las derivas son intervalos esperados con un margen de variación estimado, sino antes bien una actividad crítica, la crítica misma en la escritura como actividad, en la que suponemos ciertos temas, tópicos, asuntos, variables las cuales deben ser despejadas. 

   Cuando a través de la crítica, la escritura y el lenguaje se presentan no es suficiente nombrar las cosas porque sabemos bien que puede no ocurrir nada en el nombrarlas como cuando una persona no sabe explicarse o no encuentra las palabras y dice, no tengo palabras y decimos hablemos, démosle lenguaje a eso. Cuando decimos lenguaje en este sentido en que entiendo y practico la crítica no decimos que este lenguaje al que vamos a traer o que vamos a crear sea el único posible, y esto es importante, decimos simplemente que aunque sea sólo una más entre las alternativas, aunque las nuestras resulten incluso sólo una más, si ha habido lenguaje en la crítica esta no habrá ocurrido en vano. Crece el crítico que escribe, crecen los lectores todos, como crecen los hablantes cuando un tema es profundizado o como crece la pareja cuando un asunto es profundizado. 

    La crítica debe ser así removedora del estrato y los estratos, ella debe moverlos de donde estaban y darles otro orden, debe ser introspectiva, hacer hacia la comunicación el mismo viaje que hace la introspección, llevar un asunto a un determinado lenguaje y luego traerlo hacia esa introspección a ver como ese lenguaje trabaja y en qué otros modos puede esta iluminar y mover en sentidos provechosos, productivos y clarificadores hacia nuevos confines articuladores, mostrar, además, en el mover de esos estratos, la forma en que determinados lenguajes mueven las cosas en un modo, mientras otros las mueven en otros, y saber reconocer que no en balde unos lenguaje facilitan trabajar moviendo y clarificando los asuntos en unas direcciones dadas, para las cuales otros modos de lenguaje no ofrecen alternativas, mientras esos otros pueden ofrecerlas para clarificar asuntos distintos. 

     Porque el lenguaje se ofrece como forma de conciencia y autoconciencia aunque su arribo a esos determinados tópicos sólo fuere provisorio, hipotético, experimental, creativo, ese viaje otro hacia la introspección es el que ofrece a cada lenguaje su espesor, su riqueza, su grano, y es el que facilita que los lectores encuentren que algo ha sido profundizado. La crítica debe así profundizar una forma, aunque esta profundidad no ocurra sino en la superficie quedando así ambos el escritor y los lectores con nuevos lenguajes con los cuales puedan hacer algo, hacia sí mismos o hacia su comunicación con los otros, debe ofrecer una forma en la que las cosas sean vistas o puedan ser vistas en un nuevo modo, desde esa óptica, debe, claro, mover la luz y el estrato, los estratos, lo cual significa que en ese poner en el lenguaje despejamos variables. Puede ser una más pero si ha sido una crítica de lenguaje nunca habrá estado en vano, una vez que ella tuvo lugar, ciertos asuntos que estaban difusos tomaron algún lenguaje aunque este fuere provisorio, hipotético, experimental, resituó, movió variables, preciso certezas, proveyó razones, sugirió vías, restituyó alternativas, deconstruyó prejuicios o supuestos, mostró alternativas que trabajan. Establezco así en mis ensayos filosóficos tanto como en los críticos una relación directa al cómo habría sido—es decir, el carácter experimental de esa crítica—y la producción en ambos sentidos, la producción de escritura y la de sentidos. 

    No se trata tanto para mi de preguntar cómo es, porque cómo es y cómo ha sido lo sabemos, estamos de hecho atiborrados de cómo es y ha sido, sino mejor de cómo habría sido, o habría podido ser, en este modo tenemos más que decir en nuestra humilde condición como escritores. El habría sido se refiere así no a lo que fue y pudo haber sido, no es por lo tanto el habría sido de lo que quisimos y no pudo ser. No es el habría sido de algo no obtenido u obtenido en otra forma, sino el habría sido de una equidistancia, ese que requerimos para decir en el lenguaje algo respecto a una cosa que se encuentra ella misma por así decirlo entre lo que se ha presentado en un cierto modo y lo que debe ser despejado, es el habría sido de la inagotabilidad de la hermeneusis, de la producción de sentidos.

    De este modo, la primera forma si se quiere superficial del estrato es aquella según la cual debemos poner en relación un cuerpo dado de significados provisorios, hipotéticos, los cuales deben relacionarse con algún acerbo de vivencias o experiencias, que pueden ser, bien los del lector, cuando se trata de un ensayo como este, una obra filosófica, literaria, de exegesis, una hermenéutica escritural generadora de sentidos y significados como esta, o puede remitir también a un determinado cuerpo de acertijos, merodeos, interpretaciones y enunciaciones. Para referirlo así con más precisión y en alusión directa a experiencias que he tenido la oportunidad de vivir. No se presenta igual la pregunta por el estrato cuando un ensayo que he escrito es publicado y leído por un lector desconocido, que para uno que conocemos. Los dos tipos de lectores resultantes, sin embargo, son necesarios y fascinantes. Esta variabilidad en que se presenta el estrato, se desenvuelve así según sea el tipo de lectores y auditóriums a los cuales estos se dirigen. Como recientemente he afirmado, no es lo mismo exponer un set de imágenes de cinema en una pared en un museo de bellas artes donde usualmente se exponen multimedias que en un festival de video y no es lo mismo porque los diferentes auditóriums suponen la institucionalización previa de modos de la recepción que no son los mismos, o que están institucionalizados con sus propios acerbos de institucionalidad inscrita, supuestos sobre la imagen, prejuicios sobre la interpretación, supuestos sobre la técnica disímilmente secularizados en las diferentes artes.

   Si es un material que reviste igual significación para auditóriums disímiles unos libros y publicaciones las encaminamos a unos lectores y otros hacia otros, considerando de hecho en la definición misma de las obras literarias, en sus resúmenes y sinopsis, tablas de contenido y sample chapters, en su target incluso como objetivación de los lectores en el mercado de lectores, en las ferias de libros académicos de Presses Universities, en los preses y publishers promocionales y en los comerciales. Me refiero a obras de autor a publicar las cuales han de considerar la definición de estos aspectos en el definir de sus propias totalidades literarias, de lo que han de innovar y aportar, en lo que han de ofrecer como su originalidad, a los despejes que con cada obra literaria ofrecemos, desenvolviendo así en cada libro según los confines en que desenvolvemos el estrato, sus lecturas y su alcance, hecho este que diversifica no sólo libros individuales de cada autor, sino que les define según sus auditóriums contextualizados y el modo especifico de promoción para cada libro.

    Y todas estas son preguntas que competen y se relacionan directamente a nuestro concepto del estrato. Entre una cosa y otra, la pregunta a propósito de la relevancia heurística, explorativa y experimental que determinados materiales –este libro, por ejemplo, con su amplio campo de alcance a la vez escritural, filosófico-teórico y literario, estilístico, reúnen--, u otros relacionados directamente a los procesos creativos, las vivencias, bien sea por el valor experimental y exploratorio, o por su relevancia y significado como material teórico abstracto efectúa despejes nuevos para horizontes de expectativas hacia esfuerzos empíricos o para una determinadas crítica de la representación. 

    Allí donde, por sobre el resto de las formas de la hermeneusis, preponderan aquellas que versan, en tanto un cúmulo dado de interpretaciones, respecto a una forma que ha sido expuesta a los significados públicos—una obra de arte, por ejemplo, o un artefacto dado, cualquier forma de la cultura material o simbólica--, estimaremos en su escritura, un cúmulo dado provisorio e hipotético de significaciones—, bien sea que estas se desplieguen en la forma del vaivén interpretativo, como merodeos alrededor de una forma o como forma exploratoria–relacionada está a una experiencia, una imagen, una serie de pasajes de vida, determinados elementos, objetos o palabras los cuales han participado en algún modo, bien sea en el acervo de experiencias de unos interlocutores dados y supuestos, o bien en un rango mensurable de acertijos que determinados interlocutores sienten, experiencian, experimentan o reconocen relacionados a sus propias corazonadas, intuiciones o acertijos, conforman, en la anticipación literaria de quienes serán los lectores de los libros, la primera y más superficial forma en que se presenta el estrato a la hermeuneusis y en que se le presenta a la escritura misma. 

  Puede de hecho tratarse de sentidos estratificados que se corresponden con el horizonte motivacional de estos cúmulos de significados provisorios. Allí donde, independientemente de los significados socialmente tipificados que podemos haber asignado a determinadas experiencias o prácticas, los interlocutores supuestos en cuestión encuentran una posición en la cual determinado acerbo de experiencias les resulta correlativamente relevante cuando leen el libro y dado que, en última instancia, como razona Jünger Habermas en sus escritos sobre el enunciado de consenso en la pragmática de la razón comunicativa, todo enunciado hermenéuticamente arreglado entre sujetos racionalmente imbuidos de una práctica en la cual los significados están desde el inicio orientados al entendimiento racional mutuo, el estrato viene a ser el cúmulo de significaciones provisorios que adquieren forma en la superficie del lenguaje.

   Aquellas en las cuales y según las cuales estos sujetos se entienden, correlativa es aquí, por supuesto, no sólo la pertinencia—como le remitía Alfred Shurtz--, aunque también, sino también la especificidad según la cual estos interlocutores están supuestos literariamente como lectores en la escritura según consideraciones de racionalidad comunicativa cualesquiera que estas sean siempre y cuando contemplen sus propios modos consensuados de mutuo entendimiento y las normativas de racionalidad que a estas formas consensuadas de explicitación le son supuestos. 


©Abdel Hernandez San Juan

Conceived, written, composed and created By Abdel Hernandez San Juan in english and spanish


Bibliography


Jacques Derrida, Form and Wishes to say, Note son the phenomenology of language, Margins of Philosophy, The University of Chicago press

Jacques Derrida, La Forma y el Querer Decir, Notas sobre la Fenomenología del Lenguaje, Márgenes de la Filosofía, Catedra


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